Baloncesto


Escrita por Amet. 2ºB.



Se dice que el baloncesto proviene de un antiguo juego maya llamado tlachtli en lengua nahuatl, pok-a-pok en maya y taladzi en zapoteca, que era practicado con un sentido religioso. En el tlachtli se utilizaba una bola maciza de caucho que se debía golpear fundamentalmente con muslos y caderas. Los perdedores eran decapitados.

El baloncesto moderno es distinto, afortunadamente. Fue inventado en diciembre de 1891 por el clérigo y profesor canadiense de educación física James Naismith, quien creó el juego trabajando como instructor en el colegio de la Asociación Cristiana de Jóvenes, en Springfield (Massachusetts, Estados Unidos). Buscaba organizar un pasatiempo para jugar en pista cubierta durante el invierno, para lo que analizó las actividades deportivas que se practicaban en la época, cuyas características predominantes eran el uso de la fuerza y el contacto físico, y pensó en algo suficientemente activo, que requiriese más destreza que fuerza y que no tuviese mucho contacto físico. El profesor recordó un antiguo juego de su infancia denominado «duck on a rock» (el pato sobre una roca), que consistía en intentar alcanzar un objeto colocado sobre una roca lanzándole una piedra. Naismith pidió al encargado del colegio unas cajas de 50 cm. de longitud pero lo único que le consiguió fueron unas cestas de melocotones, que mandó colgar en las barandillas de la galería superior que rodeaba el gimnasio, a una altura determinada.

Baloncesto es la décima palabra más repetida por los niños y niñas de «Imagina cuántas palabras». No sólo de fútbol se vive en los patios de los colegios.

Alfonso Armada



Alfonso Armada (Vigo, 1958). Licenciado en periodismo por la universidad Complutense de Madrid y en interpretación por la Real Escuela Superior de Arte Dramático. Durante 14 años trabajó para el diario El País, cinco como corresponsal para África, y desde 1999, para Abc. Ha cubierto el cerco de Sarajevo, el genocidio de Ruanda y el ataque contra las Torres Gemelas. Desde septiembre de 2009 es director del máster de periodismo de ABC/UCM, cargo que compagina con el de adjunto al director de ABC. Es también editor de la revista digital fronterad, que salió a la red en noviembre de 2009. Ha publicado, entre otros, los libros: Cuadernos africanos (1998 y 2002), El rumor de la frontera (2006), Nueva York, el deseo y la quimera (2007), El sueño americano. Cuaderno de viaje a la elección de Obama (2009), Diccionario de Nueva York (2010) y Mar Atlántico. Diario de una travesía (2012).

Alfonso participa en «Imagina cuántas palabras» con el relato titulado «Una especie de autorretrato a partir de cincuenta palabras proporcionadas por un fotógrafo y un gabinete de niños«. Este es un extracto del mismo:

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Cuando quise hablar con mi padre hacía años que solo era papá en las raras ocasiones en que mis hermanos y yo nos referíamos a él de esa guisa, y con el agravante de que cuando conseguí armarme de valor para hacer las preguntas que hacía años que quería hacerle se le fue la cabeza y se borró de este mundo

Mi perro se llamaba Gol, era un foxterrier, y la leyenda de que lo mataron unos pastores alemanes se ha incrustado hasta tal punto en mi memoria que ya no soy capaz de descifrar qué carajo pasó en la realidad

Azul es mi color desde que abrí los ojos y estaba el mar, los marineros llevaban jerseyses azules y el color favorito de mi padre era el azul

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Tomás Sánchez Santiago



Tomás Sánchez Santiago (Zamora, 1957). Poeta. Ha publicado títulos como Amenaza en la fiesta, La secreta labor de cinco inviernos, Vida del topo, En familia o El que desordena. También las antologías Detrás de los lápices (Lisboa, 1999, texto bilingüe) y Cómo parar setenta pájaros (Salamanca, 2009). Su escritura ha acabado componiendo un cruce de pasadizos dominado por ciertos ejes nucleares: la memoria, las menudencias de la vida cotidiana, la fricción entre la apariencia y la verdad interna de las cosas o la propia relación, entre conciencia y riesgo, con el lenguaje. Como por una especie de transfusión, estos asuntos, ya casi en la naturaleza de las obsesiones, se han traspasado también a su prosa (Para qué sirven los charcos, Los pormenores, Calle Feria –Premio Ciudad de Salamanca 2006). Se ha ocupado con estudios de alcance crítico de autores como Bécquer, Julio Verne, Carlos Barral, Antonio Gamoneda, Claudio Rodríguez o Aníbal Núñez, así como de los artistas vanguardistas Delhy Tejero y Baltasar Lobo. Es miembro del “Seminario Permanente Claudio Rodríguez”, con sede en Zamora. Reside en León.

Tomás participa en «Imagina cuántas palabras» con el relato «PALABRAS-NORTE. PALABRAS-SUR«. Este es un extracto del mismo:

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– “Mariposa”. Palabra-norte. Ha vuelto usted a ganar.
La cara deshidratada del tahúr verbal apenas se inmutó. Recogió todo el dinero con aquella parsimonia espeluznante y salió al aire de la tarde, tal como había avisado que haría tras esa última apuesta. En el pub, en cuanto él se fue, lo de siempre: algarabía de cervezas y grasa de pizza gratis en las comisuras de los labios de quienes habían asistido, una vez más, al duelo.
Los viernes era eso desde que el forastero emplazó a cualquiera a encontrar antes que él palabras en el diccionario. Traía el suyo propio. Un diccionario deshojaldrado, muy manoseado ya y con las páginas de color ala de mosca, con destellos de arcoíris usado. El juego siempre era ese: ponía el libro ante él, se dejaba vendar los ojos por cualquiera –cada vez uno para que no hubiera lugar a componendas-, se pronunciaba la palabra convenida y él con los ojos ciegos la clavaba con el dedo antes que la encontrara el otro contrincante -frente a él y sin ojos tapados-, que la perseguía tropezando entre las demás palabras del alfabeto y a menudo ni llegaba a dar con sus alrededores.
Desde que apareció por el barrio, los otros juegos terminaron para todos. Ni el fútbol ni el ordenador ni siquiera el baloncesto en las recientes canastas municipales los retenían. Cada viernes ya se sabía: a las ocho de la tarde sonaba el reloj de la iglesia y ya llegaba él, puntual e impertérrito, al pub “Nuestro Iglú”. Tenía la planta de Gary Cooper en Solo ante el peligro, la misma zancada larga y premiosa, como esos nadadores que antes de zambullirse en la piscina dan los últimos pasos de manera distinta para convencerse de que van a saltar también a la cualidad de animales marinos. Así se le veía a él atravesar las calles. Luego, en la mesa, su cara no expresaba la alegría feroz de los ganadores que restriegan la victoria como un estropajo sobre el corazón de quienes los miran como debía de mirarse a los héroes antiguos cuando venían de vencer a los dioses. Simplemente, recogía el dinero como quien había hecho bien sus deberes, cargaba de nuevo con el diccionario –nunca lo soltó, trizado bajo la axila o adherido a la mano abierta y con cinco ventosas- y volvía a cruzar las escasas calles que lo separaban de la estación; subía a un tren de cercanías y hasta el viernes siguiente.

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Javier López Menacho



Javier López Menacho nació en Jerez de la Frontera (1982), el lugar al que sigue llamando casa y donde residen su familia y sus mejores amigos. Tiene un hermano gemelo con el que siempre le confunden. De pequeño, quería ser dibujante de cómics, músico o deportista profesional. Escribe porque así puede ser todas esas cosas y muchas otras más. Ha estudiado Turismo y ha hecho un Máster en Creación Literaria por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Entre tanto, ha cogido la costumbre de sobrevivir y residido en diversas ciudades, aunque tiene especial vinculación con dos: Valencia y Barcelona. En la actualidad, trabaja como redactor freelance y escribe sobre libros, cómics y NBA para diversos medios.
Ha recibido diversos premios y distinciones por relatos y poemas como La casa de Isabel, El lago, Misterioso asesinato cercano a casa, 405.128 palabras, De viaje, Hombre con barba al final del pasillo, El juicio, Poemas automáticos o Nuevas tecnologías. En 2013 ha publicado el libro «Yo, precario» con la editorial Los libros del lince.

Habitualmente escribe en varios blogs y publicaciones.

Sigueleyendo
Perarnau Magazine
El Espacio Relatado. Relatos y microrrelatos.

Javier participa en «Imagina cuántas palabras» con el cuento «El Babi«, que arranca con esta cita de Herman Melville: «La ignorancia es la madre del miedo».
Este es un extracto del mismo:

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Pedrito ha perdido el babi.
Ha encontrado muchas otras cosas en el recreo, pero fundamentalmente, ha perdido el babi. Su madre le advirtió hace algún tiempo: Como un día lo pierdas, te vas a enterar. Y puso esa cara que pone mamá cuando se cabrea de verdad. Así que de nada sirve haber visto hoy al perro más grande del mundo al otro lado de la verja, haber jugado al fútbol dándole patadas a un balón desventado o que el sol haya traído consigo el arcoíris ahora que parece que nunca sale, nada de eso tiene valor si has perdido tu babi. La frontera entre la alegría y el desencanto es un trozo de tela que lleva bordado su nombre.

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Relojería C3 y reloj



Relojería C3 es una pequeña relojería que se encuentra en la Avenida de Carlos III, 12 de Pamplona. Son concesionario oficial de Swatch, Tissot, Calvin Klein, Marea, Timex o Timberland, y además tienen un taller propio de reparación y mantenimiento de relojes de todas las marcas.
Relojería C3 apadrina -como no podía ser de otra manera- la palabra reloj, una de las cincuenta palabras protagonistas de «Imagina cuántas palabras».

¡Muchas gracias a Relojería C3 y a Leyre Larrión por hacerse cargo de reloj!

Sergi de Diego Mas



Sergi de Diego Mas (Barcelona, 1975) es un melómano que trata de colapsar la red social Facebook bombardeándola a diario con videos Youtube. Le gusta el cine, la TV y las fotografías de baja resolución. Sus películas favoritas son Annie Hall y Mulholland Drive y recuerda con nostalgia Los 4 Fantásticos de John Byrne. Ha escrito el poemario “E-mails para Roland Emmerich” (Honolulu Books) y mantiene los blogs Interferencia sónica y Cinemascope.
Es fan de Sonic Youth.

Sergi participa en «Imagina cuántas palabras» con el relato “PÍXEL [FRAGMENTO DE UNA BIOGRAFÍA]”. Aquí va un extracto:

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Aquel invierno o verano de hace ya, aquel invierno o verano, decía, que presagiaba tanto unas vacaciones como el latido de una vida o el cantar de un jilguero, aquel tiempo, decía, en el que el niño volvía del colegio, de la mano o no de su abuela, de la mano o no de aquel invierno o verano en el que ninguna imagen merecía ser archivada en un estuche de olvidos, aquel niño, decía, cogido o no del verano de su abuela, decía, una mujer joven, de belleza indescriptible, casi invernal, y digo invernal pues no existen suficientes palabras con las que especular en la certeza, aquel niño, decía,

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Lourdes de Abajo



Lourdes de Abajo (La Bañeza, León, 1974). Poeta y compositora. Profesora Superior de Piano y de Transposición y Acompañamiento. Ha publicado Aniquilación mía (Amargord, 2009), Almendra (Amargord, 2011) libro-cd realizado en colaboración con Luis Luna, Juan Carlos Mestre como ilustrador y música de la propia autora y Paisaje adentro (Amargord, 2012).
Sus textos han sido recogidos en antologías como El río de los amigos, homenaje a Antonio Gamoneda, (Madrid, Calambur, 2009), La mujer rota (México, 2008), Antología de poesía española actual, Antología del beso (Málaga, 2009), Por donde pasa la poesía (Valencia, 2011) y la virtual Un mundo y aparte. Sus textos aparecen publicados en revistas especializadas como “Alambique”, “The Children´s Book of American Birds”, o la checa “Revue svetovej literatúry», además de numerosos portales y sitios de Internet.  Sus textos han sido traducidos al checo, italiano, inglés y gallego. 

Lourdes participa en «Imagina cuántas palabras» con el poema «Dormir gafas reloj de mariposa«. Este es un extracto:

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Un hámster mira al amor en forma de libro.
Blanco libro.
Luz.

Luego la playa
el ladrar de un perro.
Lo obvio.

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Un verano inolvidable



Este es el cuento que ha escrito Eduardo Nieto, alumno de 6º. Se titula «Un verano inolvidable«:

Me desperté y miré mi reloj, encendí la luz y vi qué hora era. Eran las 8 de la mañana y no recordaba nada: no sabía dónde estaba ni por qué estaba en ese sitio. Entonces lo recordé: había venido de vacaciones a la Comunidad Valenciana con mi familia, a jugar un torneo de fútbol en la playa. Por si no me he presentado, mi nombre es Zack Martins, vengo de Girona y voy a tercero de primaria. Mientras pensaba esto, de repente se abrió la puerta y apareció mi hermano Mikel. Mikel tiene 3 años y es un poco tonto y a veces me molesta mucho, pero sé que muy, pero que muy muy dentro de mi corazón, él es mi hermano y le quiero.

—Tato ser mu dormilón —dijo mi hermano, que por si no lo he mencionado no sabe hablar muy bien.
—Claro, duermo mucho porque si no, el monstruo de debajo de la cama me comerá —le mentí yo.
—A ver Mikel, ¿a qué hora te has levantado? —le pregunté.
—Hae mucho —me contestó pensativo.
—¡Mikel, pero eso es terrible! Ahora el monstruo de debajo de la cama vendrá y te comerá —le dije.

Después de esto mi hermano se fue corriendo de la habitación, supongo que a la habitación de papá y mamá. De repente noté la paz que había siempre que mi hermano Mikel salía de una habitación. De un salto, me levanté de la cama y fui a ver la televisión. Para mí la tele es una pérdida de tiempo, más que todo porque en mi casa la antena capta pocos canales, pero como la televisión del hotel captaba incluso los canales de pago, era un lujo sentarse y ver la televisión. Cuando ya habían pasado aproximadamente treinta minutos, mi padre se levantó. En mi opinión mi padre madruga mucho –como yo-, pero creo que mi madre duerme demasiado y da miedo despertarla, porque de normal se levanta con el pie izquierdo.
Para las 11 y cuarto ya había desayunado y hecho los estiramientos para los 4 partidos de fase de grupos que me esperaban a las 12 en punto. De repente oí un estruendo fortísimo. Miré por la ventana y vi que un coche había chocado en un cruce con un camión. También vi que esa mañana hacía un sol increíble y se podía ver todo el cielo azul sin nubes. Hacía un día tan bueno que todo el mundo estaba dando un paseo con su perro o haciendo ejercicio corriendo.
Cuando ya había pasado un minuto, mi madre se levantó cabreadísima, porque aparte de que ella no suele dormir muy bien fuera de casa, por el golpe se había asustado y había golpeado sus gafas, que estaban encima de la mesa al lado de la cama. Para empeorarlo todo, Mikel había dejado una botella de agua encima de esa mesa y había caído sobre la cabeza de mamá. Rápidamente cuando la vi me senté en el sofá, cogí un libro y empecé a leer como si nada. Mientras estaba fingiendo leer pude ver la no cara de alegría ni de felicidad de mi madre. También me pregunté cuánto había llenado la botella de agua mi hermano, porque parecía que mi madre se había tirado a una piscina. Menos mal que mi padre llegó a tiempo para decir que nos teníamos que ir al partido, así que me salvé por la campana.
Cuando llegué me cambié de ropa, me puse la equipación y salí al campo a empezar a jugar. El campo era normal, solo que era un poco más pequeño que el de Girona, pero eso era una ventaja. El primer partido no fue muy difícil, tampoco lo fueron el segundo ni el tercero, los ganamos los tres. Cuando llegó el cuarto partido estaba exhausto, aunque el campo era pequeño habíamos corrido mucho. Sabía que había que ganar o empatar este partido, y aunque el partido fue un poco más difícil conseguimos empatarlo. Estábamos clasificados para las semifinales.

—Enhorabuena a todos, chicos. Habéis jugado muy bien aunque hayáis empatado el último partido —dijo Carlos, el entrenador.
—Recordad que mañana hay entrenamiento y haremos una serie de juegos físicos. Aparte mañana a las seis y media es el partido de las semifinales, os veo mañana —dijo Carlos antes de irse.
—Nos vemos mañana —contestamos mis amigos y yo a coro.

Dicho esto fui con mi padre al coche y empezó el viaje de 15 minutos. Mi padre y yo mantuvimos una conversación en el coche sobre el partido y el colegio.

—¿Qué te ha parecido el balón con el que habéis jugado? —preguntó mi padre.
—Bien, pero estaba un poco más blando que los de Girona —contesté yo.
—Recuerda que tienes deberes que hacer y que el colegio empieza en 4 semanas —dijo mi padre.
—Vale, pero creo que el colegio es una cárcel y un castigo terrible —dije yo.
—Ya, ya sé que para los niños el colegio no es diversión, pero en el cole puedes encontrar amistad —dijo mi padre.

De camino a casa volvimos por otro camino y pasamos por dos paisajes increíbles. En el primer paisaje pude ver el mar y la playa con su bonita arena. También vi algo muy, pero que muy extraño: vi a dos equipos de 4 personas cada uno jugando a baloncesto, mientras una chica cantaba una música muy extraña. La verdad es que esa chica cantaba tan bien que me dieron ganas de tirarme del coche y empezar a cantar y bailar con ella. En el segundo paisaje había muchas flores de bonitos colores, muchísimas mariposas y un ambiente de naturaleza. Hablando de flores, en el segundo paisaje sobre todo pude ver una flor rarísima llamada narciso. Entonces mi padre se acordó de una leyenda.
—¿Quieres que te cuente una leyenda, Zack? Va sobre el narciso —me preguntó mi padre.
—Vale —contesté yo muy entusiasmado.
—Se llama la leyenda del narciso. Érase un joven que se llamaba Narciso e iba a contemplar todos los días su belleza al lago. Estaba tan fascinado consigo mismo que un día se cayó dentro del lago y se murió ahogado. En el lugar donde cayó nació una flor a la que llamaron narciso. Cuando Narciso murió llegaron las hadas del bosque y vieron al lago llorando.

—¿Por qué lloras? —preguntaron las hadas.
—Lloro por Narciso —dijo el lago.
—Ah, no nos asombra que llores por Narciso, eras el único que podías contemplar su belleza de cerca —dijeron las hadas.
—¿Pero Narciso era bello? —preguntó el lago.
—Pues claro, ¿no lo sabías? Eras el único que podía contemplarlo —dijeron las hadas.
—Yo lloro por Narciso pero nunca me di cuenta de que fuera bello. Lloro por Narciso porque cada vez que se inclinaba sobre mi orilla yo podía ver en el fondo de sus ojos reflejada mi propia belleza.

A mí esta historia me pareció muy bonita, pero me siento mal por el pobre Narciso. La verdad es que creo que morir ahogado no es buena opción. También creo que el lago era muy presumido como Narciso. Pero bueno, cambiando de tema, cuando llegué a casa empecé a comer. Para hoy tenía pasta (espaguetis) y carne con patatas. Cuando terminé, empecé a jugar a la consola y después me pasé al ordenador. Pasé toda la tarde jugando y aunque mis padres piensen que las consolas no son buenas, yo pienso que aprendes mucho con ellas, como orientarte en un mundo perdido y como disparar bolas de fuego. Después de esto me fui a la cama pensando en el día siguiente y en qué pasaría mañana.

Al día siguiente me levanté a las 10 en punto aproximadamente, y recordé un sueño que acababa de tener, iba sobre mí. En el sueño yo vivía con una chica en un iglú y para tener los estómagos calientes comíamos pizza bien calentita. Cuando se terminó sentí una alegría por haber tenido un sueño tan bonito y pensar que a lo mejor era una visión de dentro de 30 años. Aparte de eso hoy teníamos un entrenamiento después de comer a las 3 en punto. La verdad es que en estos torneos cada equipo hace solo un entrenamiento, pero bueno, eso da igual. La verdad fue que me levanté con un dolor en el músculo esternocleidomastoideo o el músculo del esternón. Seguramente me dolía por haber dormido en una mala postura. Por la mañana mis padres estuvieron discutiendo porque mi hermano Mikel había tirado las zapatillas de casa de mi madre por el balcón y alguien abajo se las había llevado. El caso es que mi madre pensaba que había sido una inocentada firmada por mi padre. La verdad mis padres a veces tienen discusiones o debates, como los llaman ellos, pero bueno, en el amor no todo son cariños siempre, siempre hay discusiones. Lo siguiente que hice fue ir a mi cuarto a hacer los deberes hasta la hora de comer, saqué mi estuche y pensé en cómo sería ir a bachillerato dentro de tanto tiempo. ¿Sería difícil o fácil?

Después de comer fui a despedirme de mi hámster, que por cierto se llama Lucas, y salí de casa a la calle a buscar el coche. Había llovido mucho y justo cuando salía de casa para ir a entrenar pude ver un amplio arcoíris. El entrenamiento fue duro: corrimos mucho, aprendimos muchas tácticas y cómo marcar a los contrarios. Después del entrenamiento nos fuimos al partido, aunque aún faltaran 2 horas, porque eran las 4 y media. Era mejor ir antes para ahorrarnos un viaje en coche, el de ida a casa, y así por lo menos tendríamos 15 minutos menos de viaje al campo.
Cuando ya eran las 6 y media empezamos el partido. Fue difícil, pero en la primera parte íbamos ganando 0-2. Carlos, nuestro entrenador, nos dio una charla y que usáramos lo que habíamos aprendido. El partido se puso difícil y nos marcaron un gol. Íbamos 1-1 y no podíamos dejar que nos marcaran, así que yo en un córner fui desde atrás, rematé y marqué. Fue muy emocionante. Cuando llegué a casa estaba cansado. Entonces fue llegar a casa, cenar y recibir la enhorabuena de mi madre, pero no de Mikel, que dijo que podría haberlo hecho él con los ojos cerrados y con su pierna mala. Dejadme deciros que el bicho de mi hermano siempre quiere ser mejor que los demás.
Al día siguiente estuve toda la mañana obsesionado con la final. Sabía que podíamos ganar, pero no estaba seguro. Cuando eran las cuatro de la tarde llegó la final. Todos, mi padre, mi madre y mi hermano, que casi se rompe un brazo porque se había agarrado a la puerta y mi padre tiró con todas sus fuerzas. Y anda que no tiene fuerza el condenado de mi hermano, porque tuvo que venir mi madre también a sacarlo de la puerta.
La final empezó, y empezó con 2 goles de los contrarios. Pero Álvaro, mi compañero de equipo, se fue de tres, tiró y marcó desde fuera del área. Hasta la segunda parte el partido estuvo muy empatado y hubo muy buenas actuaciones de los dos porteros. En la segunda parte los dos equipos salimos muy motivados. Todos sabíamos que un gol lo podría cambiar todo. Andrés, mi otro compañero, tiró y marcó. Cuando solo quedaban 3 minutos todos estábamos cansadísimos, pero a mí todavía me quedaban fuerzas. Con todas las fuerzas que me quedaban corrí como un rayo, tiré y pegó en el larguero, pero pude alcanzar el rebote y marqué.

Y esto fue el mejor verano de toda mi vida.

Agurcho Iruretagoyena y felicidad



Agurcho Iruretagoyena comenzó su carrera como anticuaria en 1988, y diez años más tarde abrió las puertas de su negocio actual en Pamplona, en la Avenida de la Baja Navarra.
Experta en Gemología y Joya Antigua, se ha dedicado desde esa fecha a la búsqueda de piezas especiales tanto de joyería como de mobiliario, dedicándose especialmente a aunar el diseño contemporáneo con Antigüedades de Alta época y de Coleccionismo.

Ofrece a sus clientes servicios de Taller de joyería (arreglo y modificación de piezas antiguas propias y del cliente), Expertización (análisis de piedras preciosas y diamantes), Tasación (valoración de piezas o lotes de joyería) y Diseños (elaboración de piezas de joyería siguiendo diseños propios o a la carta).

Desde el año 2003, cuenta con la colaboración de su hija Terese Oyarbide, Gemóloga y experta en Diamante, Joya Antigua y Tasación.

Agurcho Iruretagoyena se ha hecho cargo de la palabra felicidad, porque dice que quien adquiere una joya especial o una pieza de antigüedad siente algo parecido a la felicidad.

¡Muchas gracias a Agurcho Iruretagoyena por apadrinar felicidad!

Amigos


Escrita por Andrea. 4ºC.



Una etimología de la palabra amigo dice que viene del latín amicus, que a su vez viene del verbo amare (amar, amor), el cual viene de la raíz indoeuropea *amma-, voz infantil para llamar a la madre, que a su vez dio ama y amo.
Otra etimología dice que viene de animi (alma) y custos (guardián), es decir, el guardián del alma.
Y otra más dice que procede del griego «a» (sin) y «ego» (yo), es decir, sin mi yo, lo que hace referencia a que un amigo es alguien con quien uno se puede identificar plenamente.
La importancia de esta palabra para los alumnos y alumnas de «Imagina cuántas palabras» es tal que tanto amigos como amistad figuran en un lugar privilegiado dentro de las cincuenta palabras más repetidas.