Más allá de lo material



Este es el cuento escrito por Laura P., alumna de 6º del Colegio Público  Cardenal Ilundain de Pamplona. Se titula “Más allá de lo material«:

Hoy me he levantado y he mirado por la ventana. Lo que he visto no era nada especial, simplemente había un coche de juguete y un balón junto a una flor. Lo que yo no sabía es que detrás de aquellas tres cosas había tres fantásticas historias.
Después de contemplar un rato aquellas tres cosas me fui a desayunar unas tostadas y un vaso de leche. Cuando terminé, fui a vestirme y luego fui a la calle. Una vez allí, vi que había un sol que alumbraba toda mi casa. Ese sol me recordó al balón y las demás cosas que había visto desde mi ventana. Entonces fui al descampado de detrás de mi casa, pero cuando llegué ya no estaban las cosas allí. Lo que pasaba es que un niño pequeño de 7 u 8 años las había cogido. Cuando me di la vuelta allí estaba él con sus tres cosas. Entonces me dijo:

–¿Me acompañas?

Y yo le dije:

–Por supuesto.

Cuando estábamos andando, el niño se paró y me dijo que me iba a contar la historia de su flor y era tal que así:

Un día el niño iba caminando por la calle, cuando pasó por delante de un colegio de bachillerato donde había alumnos en el recreo. No todos estaban haciendo lo mismo. Por ejemplo: había unos chicos escuchando música, chicos jugando a juegos como el baloncesto o el fútbol, y chicos con sus estuches cambiando rotuladores. Pero él se fijó en un chico que estaba plantando flores, por lo que él decidió plantar la suya. Al cabo de un tiempo la flor creció y creció hasta que se hizo muy grande y el niño se llenó de tanta felicidad que ahora siempre lleva la flor con él.

Cuando terminó de contarme la historia seguimos andando hasta que pasamos por un campo de fútbol y me dijo que me iba a contar la historia del balón, que era tal que así:

Un día estaba el niño jugando a fútbol con sus amigos. Él estaba de portero y cuando fue a parar un tiro se le resquebrajó el esternecleidomastoideo y se quedó mirando el cielo azul y al momento se desmayó. Cuando despertó estaba en el hospital con el músculo bien y su amigo allí. Su amigo se le acercó y le pidió disculpas, y como el poder de la amistad es tan potente se perdonaron.
Al día siguiente los dos amigos fueron a la playa a jugar a voleibol y bañarse en el mar. Cuando estaban en el mar no se oía nada, era una paz inmensa pero también había un precioso paisaje. Cuando se fueron de la playa su amigo dijo que si quería que fueran a la piscina, pero él ya estaba demasiado cansado como para ir a la piscina. El niño se fue a casa y guardó el balón porque gracias a él había comenzado una bonita amistad con aquel niño.

Al terminar de contarme la historia seguimos andando hasta que pasamos por un parque y me dijo que me iba a contar la historia de su coche de juguete, y era tal que así:

Un día estaba el niño en el parque con un coche de juguete que se había encontrado en el suelo, pero un perro vino y ladró tan fuerte que hizo que el niño tirara el coche por los aires. Sus amigos, que estaban pasando un buen rato de diversión, le preguntaron qué era lo que le había pasado y él se lo contó. Entonces uno de ellos decidió regalarle su reloj para que se sintiera mejor, pero otro amigo suyo dijo: “yo voy a buscar el coche y prometo que lo encontraré y te lo daré.
Al cabo de diez o quince minutos el niño le dijo: “¿es este tu coche? A lo que el niño dijo que sí, entonces el niño le devolvió el reloj a su amigo y él se quedó con el coche. En ese momento salió un arcoíris y vinieron mariposas, de lo feliz que era el niño. Desde ese mismo día guarda el coche.

Cuando terminó de contarme la historia paseamos hasta mi casa, donde me despedí de él, pero antes de irse me dijo: “me llamo Nick Iglú”. Yo creo que se lo había inventado, pero bueno, eso era lo de menos.
Al entrar en casa mi mamá y mi papá me habían preparado una pizza con mucho cariño. Al terminar de cenar hice los deberes y me leí un libro porque me gusta leer. Cuando terminé, le di de comer a mi hámster, le di un beso de amor a mi gato y otro a mi perro. Después me quité las gafas, me bebí un vaso de agua y apagué la televisión y el ordenador. Después de todo esto bailé mi baile especial del sueño y devolví a mi rana a la naturaleza porque tengo buen corazón. Y por fin me fui a dormir y soñé que estaba de vacaciones.